Las
conductas y la forma de pensar se aprenden desde niños.
Al
nacer todo es nuevo y por ello los bebés y posteriormente los niñ@s exploran
constantemente su entorno aprendiendo básicamente de la observación,
en estos años la influencia es casi por completo de la familia,
sobre todo de los que mas cerca están de ellos. Aunque pase
desapercibido, es la edad donde mas aprenden, pues la plasticidad
cerebral es muy grande y se desarrollan una gran cantidad de
conexiones neuronales, que en años posteriores estructuraran su
conducta y la forma de interpretar el mundo. En esta etapa el
comportamiento de las personas que les rodean es crucial pues
aprenden por imitación. Después conforme crece aprende a
discriminar aquello que mas le resulta útil, y aunque si es cierto
que no todas las conductas son imitadas, un niño no puede aprender
algo que no ha observado primero.
Cuando
el niñ@ comienza la etapa escolar, el entorno que le rodea es mas
amplio y el contexto familiar va perdiendo fuerza en su desarrollo
intelectual y conductual, adquiriendo nuevos conocimientos de un
mayor numero de ambientes conforme va creciendo, pero la mayor parte
de sus interacciones siguen siendo en el ámbito familiar hasta
llegar a la adolescencia, donde alcanza una gran autonomía y empieza
a distanciarse de la familia, pues necesita definir su propia
interpretación del mundo.
En
la adolescencia los cambios son muy grandes no solo a nivel físico,
también es una etapa de gran plasticidad y crecimiento neuronal, un
mundo nuevo se presenta ante ellos y quieren tomar el control de sus
vidas, empezando a reclamar mayor independencia. Es en esta etapa
donde todo lo aprendido en sus primeros años cobra mayor importancia,
pues guiará su conducta ya sin la vigilancia de sus padres y será
la base de su futuro y de sus relaciones sociales y familiares.
Por
todo ello la educación, dejando al margen la recibida en otros
ámbitos como en la escuela, (que también es muy importante en su
desarrollo), la que le corresponde dar a los padres y familiares mas
cercanos es fundamental si queremos que sea un adulto responsable y
equilibrado emocionalmente. Si no dedicamos el esfuerzo y tiempo
necesarios a la educación de nuestros hijos estaremos dejando su
futuro al azar o en manos de otros que asuman nuestro papel como
padres, el cual nos corresponde por derecho y por deber, sin olvidar
por supuesto el respeto a sus decisiones y autonomía que serán
mayores conforme madure.